En Pedagogía de la
autonomía, Freire nos convoca a pensar acerca de lo que los maestros deben
saber, y de lo que deben hacer, en el proceso de la enseñanza y el aprendizaje,
sobre todo cuando el énfasis está puesto en educar para lograr la igualdad, la
transformación y la inclusión de todos los individuos en la sociedad. Freire no
va a justificar el analfabetismo o la no asistencia a las escuelas por la
irresponsabilidad de los padres o por el resultado de sus bajos ingresos,
porque para el la educación y las posibilidades que ella brinda de mejoramiento
de la humanidad son fundamentales en su concepción sobre la liberación de los
individuos y su inclusión en las sociedades.
Nos ofrece un marco
conceptual relacionado con la práctica de los profesionales de la educación,
quienes para este autor estarán comprometidos tanto con la enseñanza como con
el aprendizaje. Articula un total de veinte "saberes" o principios a
tener en cuenta, vinculados a tres capítulos principales, los cuales a su vez
son los pilares conceptuales de esta obra: No hay enseñanza sin aprendizaje;
enseñar no es transferir conocimientos; y el proceso de educar es sólo una
empresa humana.
El primer principio entraña
una profunda concepción de Freire, mediante la cual nos conmina a pensar en la interacción
entre educar y enseñar. Una no existe sin la otra, al tiempo que demandan del diálogo
con y del respeto por el educando y por su concepción del mundo.
Freire señala que la educación
basada en la interacción entre educar y aprender requiere seguir los siguientes
pasos: observa un rigor metodológico; desarrolla la investigación; respeto por
el conocimiento particular de cada estudiante; ejercita el pensamiento crítico;
respeta la ética y estética; haz lo que dices y arriésgate aceptando lo nuevo,
al tiempo que rechazas cualquier forma de discriminación; reflexiona críticamente
acerca de las prácticas educacionales; y asume tu identidad cultural.
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